Entonó un canto deprimente y monótono, como siempre hacía a esa asquerosa hora intempestiva, invitándola de forma descortés a salir de la cama... Y ella, como siempre que la despertaba, quiso destruirle... exigirle cinco minutos más en aquella cama cálida a su lado, rogarle que por una vez (¡por los dioses sólo una vez!...) se excediera en sus funciones y le hiciera un café caliente... que le acariciara el pelo y le besara la frente agradeciéndole una noche más su lado. Pero no. Permaneció impasible mirándola, recordándole constantemente la hora que era con su aire de superioridad característico, ignorando sus para él fútiles deseos...
... NäDä, princess of the ahypnia ...