sábado, 19 de febrero de 2011

... Desolación ...


Creeis en la belleza y en la bondad por encima de todo. Desgraciados... vais a sr sometidos a penosos sufrimientos. ¿Dónde estará vuestra belleza y vuestra bondad entonces? Ingenuos... vuestro dolor añade dolor al mío. Sumida en el llanto de un modo lamentable, tendida mi espalda en ásperos lechos, me invade el deseo de retorcerme al tiempo que me lamento sin cesar. Pues cuando nefasta desolación hace presa de mí, transgrediendo las normas de vuestro Dios y la piedad, progreso en mi avance hacia lo desconocido, profundo, misterioso y oscuro. Entregada al desvarío, ni siquiera ls avatares del destino me han devuelto a mis cabales. No hay otra verdad que la muerte; y la belleza y la bondad que amáis son su instrumento, cuyo único propósito es seducirnos y distraernos, embaucarnos. Poseída por la desgracia como estoy, puedo constatarlo desprovista por completo de todo síntoma de embriaguez. Arañad vuestras cabezas y abrid surcos con las uñas en vuestras mejillas, gritad a voces con los intensos gemidos de quienes han nacido en un clima de matanza, pero no os servirá de nada. Avanzáis dejando tras vuestros pasos huellas de soledad y tristeza, sabedores d que pronto dejaréis de contemplar la brillante luz del Sol, y vuestas tumbas no tardarán en abelgar sus cuerpos. Vuestra suerte, la conozco, pero la mía, que he sacrifcado en aras de un ser despreciable lo que más quería... cadáveres son ya mis deseos. La luz es ahora vacía y desprovist de todo tip de esperanza. No puedo hacer otra cosa que desearos una muerte digna en la que mostréis la entereza de la que sois poseedores, y regalar mi sangre a la ier mientras bendigo el plateado filo que está a punto de abatirse sobre mi cuello...

viernes, 29 de octubre de 2010

... Pasión ...



La hierba salpicada de rocío

Era un canto a la humedad

Semejante a estas noches de hastío

Y terrible soledad



Acurrúcate otra vez entre sábanas frías

Que tanto pueden servirnos de cárcel conceptual

Como de bandera libertaria e impía

Al ondear suavemente en tu efigie sensual



Arranca flores del umbrío jardín

Y escondámonos entre el silo

Que nadie se percate del motín

Mi pequeña Venus de Milo



Busquemos así con la destrucción de éste el lugar

Que quizá la muerte de la razón preñó de luz

En el que puedas de nuevo los brazos alzar

Sumiendo la realidad en un crepúsculo azul



Y cuando me acaricies el corazón

No entreabras la boca

Dejarás escapar si se desboca
Germen de revolución
NäDä

domingo, 3 de octubre de 2010

...La Cena de las Cenizas... (verdad I)


Y la verdad apareció ante mí con el pelo recogido, los ojos vendados, y la cara lavada por las lágrimas.
El peplo ligeramente torcido más que otorgarle un toque gracioso resultaba decadente y frente a su imperiosa seriedad, a la austeridad de su atuendo, se erguía rígida la frialdad de su gesto.
Finjió una sonrisa que se truncó en una mueca quizá al ver la acogida que recibía su visita en aquella hora intempestiva, y pese a no poder ver se percató de lo infeliz que era de verla de nuevo, tal vez porque nunca nos habíamos llevado bien.

- Oh... así que eres otra vez tú... ¿de qué vienes a hablarme esta vez?
- De naturaleza salvaje embridada.
- ¿Tú crees... que me pasará como a ella?

No obtuve respuesta.

martes, 13 de julio de 2010

... Dispárame ¡YA! ...


El tacto suave y firme parecía impeler a lamer la superficie, notando la dureza con la lengua… efímero conformarse con la mera contemplación. Me acerco y te acaricio suavemente, deleitándome con la perfección imperiosa de tu forma. Te acerco a mí sujetándote con fuerza, intentando a la vez mantenerte lejos porque te necesito demasiado. Con sólo tres dedos consigo que te tenses, arqueándote sobre mí, acercándote sin siquiera quererlo; y suavemente y a la vez sin piedad libero la tensión. Un jadeo etéreo rompe el aire, ¿recuerdas el sonido de un orgasmo reprimido? Y entonces, con la máxima turbación del plano físico, el mental se aclara, nuestro único objetivo se alza desafiante y ambos estamos increíblemente cerca, cada vez más… La agitación del corazón llega a su cénit, y en un instante anacrónico todo acaba con un suspiro, con un tenue sonido que desgarra el aire… y el proyectil impacta.

domingo, 6 de junio de 2010

...Pájaros y Peces...

Cuando era una niña en clase les preguntaban qué querían ser de mayores. Algunos fingiendo quizá una falsa madurez optaban por las profesiones que veían en los medios. Todo un desfile de futura gente de provecho -abogados, policías, bomberos, astronautas...- y mujeres florero -cantantes de pop, modelos y bailarinas- se dejaban vislumbrar a través de sus sueños de niños. Ellas querían ser bonitas, brillar, ser el centro de atención; ellos ser fuertes y valientes, falsos superhéroes escudados en el fondo por el miedo y los prejuicios. Ella no, su imaginación no se limitaba a crear un mundo tan simple, a seguir un patrón. Las niñas de su edad eran como los pájaros, reinas de su pequeño universo, intentando dominarlo todo desde arriba, siempre alertas, siempre dispuestas, siempre cálidas y disponibles. Ella era diferente, quizá sutilmente, pero lo suficiente como para que dicha diferencia no pasara en ningún momento y lugar desapercibida: una melena de leona, rubia y bien peinada pese a su volumen, que le gritaba al mundo que conseguiría todo aquello que se propusiera, por difícil que fuera; unos ojos tristes pero serenos, como el mar en calma antes de desatarse la tormenta; los hombros en apariencia frágiles, pero capaces de soportar, como los de Atlas, el peso del mundo. Si era bonita o no, poco importaba, o, al menos, poco le importaba a ella.
Ella no quería ser un pájaro... quería ser un pez. Esa piel brillante capaz de reflejar a la perfección los rayos del sol, la libertad absoluta y desafiante que implicaba el agua, pues, en realidad, lo que le producía el aire era más bien vértigo y sensación de inseguridad. Quería nadar, nadar sin parar, huyendo de todo y buscándolo y hallándolo a la vez con cada coletazo... Pero, por encima de todo, envidiaba olvidar. Olvidar sin necesidad de hipotéticos Leteos. Un olvido por el que cada fluctuación del agua sería cada tres segundos una nueva experiencia maravillosa, extraña y gratificante. Conocer de nuevo cada alga, cada hueco, amarlos y olvidarlos un momento después, para continuar permanentemente mirándolo todo con ojos de niña, estupefacta y maravillada ante un mundo continuamente nuevo, perpétuamente incógnito.
Aunque ahora se daba cuenta de algo de lo que no se daba cuenta de niña... ¿cómo recordaba un pez quiénes eran sus enemigos? Era tan dulce librarse de la culpa, del dolor... pero recordándolo todo desde el presente consideraba peligroso confiar tan ciegamente en el instinto, dejarse llevar de una forma tan absoluta por la corriente. Demasiado se había ya dejado guiar y llevar por ambos.
Irónicamente había recibido una estricta educación católica. Su madre la impelía a portarse bien, comer con corrección y no desnudarse a menos que la situación lo requiriera impersiosamente. Por suerte o por desgracia para ella la situación solía requerirlo con demasiada frecuencia. Estaba bien que su madre no supiera que vivía en un escaparate, que todo era plástico, cristal y metal, que todo a su alrededor finjía intentando venderla... Qué llenas parecían para ella las vacuas vidas de la gente que las miraba desde fuera y qué extraña e inconstante la suya, qué frugal y carente de sentido.
Un escalofrío le recorrió la espalda como un latigazo, incitándola, haciendo que se impacientara aún mas. Sus pasos repiqueteaban inquietos por el frío suelo de mármol, como las gotas de un grifo mal cerrado que impiden dormir en las noches oscuras con su incesante tintineo, abriendo incomprensibles interrogantes la mayoría de los cuales nunca serán resueltos. Y al igual que con estos, era altamente probable que alguien quisiera levantase de la cama y hacer que pararan.
Big llegó al cabo de horas y la encontró en tejanos y sujetador, sentada sobre la encimera de la cocina. Como siempre, destruyó la tranquilidad con sus gritos, injuriándola, zarandeándola, recordándole el color de su vida monocromática: el rojo. Y ella estaba tan acostumbrada que ya nada importaba demasiado. -¿Sabes qué? Eres como el otoño... no por lo melancólico sino por lo carnal y rotundo... -Y tú eres como el agua... pero no por lo pura y valiosa para la vida sino por lo escurridiza, fría y fácil de conseguir. O quizá, simplemente, seas un pez. Y Big, sin saberlo, pronunció las palabras mágicas... y ella, como siempre había querido, se convirtió en un pez, y la cocina en agua, derritiéndose alrededor de ambos, sumiéndolos en lo que para ella siempre había sido un mundo mágico.
Cuando llegó la policía al día siguiente abrieron la puerta violentamente y le encontraron tendido en el suelo de la cocina. La sorpresa fue mayúscula, pero nadie se molestó y nadie hizo preguntas. No todos los días tenían la suerte de encontrar (en semejantes circunstacias o en las que fueran) a uno de los proxenetas más buscados del país. Apartaron con el pie los restos de una batalla de éxtasis y LSD, en la que ambos bandos parecían haberse rendido a la vez por agotamiento, y se llevaron el cadáver en silencio. La causa de su muerte les parecía a ellos tan evidente que no se molestaron en buscar pistas ni en registrar el pequeño piso de soltera. Y aunque lo hubieran hecho, no habrían hallado nada. Pues de ella no quedó ni rastro. Sólo una nota mojada y escrita apresuradamente, como si estuviera tomando notas de sus pensamientos, que casi parecía el principio de una autobiografía: "Cuando era una niña..." Si se hubieran molestado en indagar quizá habrían econtrado el pez que daba vueltas en la bañera, feliz pero inconsciente de la causa de dicha felicidad que a pesar de ser adquirida le parecía innata. Un pez de colores imposibles que instantes después se colaba por el desagüe, guiándose por el instinto, yendo donde siempre quiso haber ido y olvidándose de todo cada tres segundos, purificándose y renaciendo constantemente. Quizá un pez que, simplemente, siempre había querido ser un pez...

Nädä... ndo en recuerdos... (La imagen es: Pecera, de Santorini, 1937) Gracias por pasaros y por comentar...

lunes, 19 de abril de 2010

...Sé mi@ para siempre...


Le acarició suavemente el pelo y se lo apartó de la cara con un tenue "ssshhh... tranquila".

Ella cogió aire inspirando profundamente, la piel le ardía, las pupilas dilatadas presagiaban, quizá, lo que habría de pasar; el vello erizado, totalmente entregada, totalmente dispuesta. Habia llegado el momento, como tantas otras veces, pero no con eso llegaba jamás la costumbre, y cada vez era un nueva primera vez, cada uno un nuevo dios al que adorar, al menos durante unos instantes infinitesimales... Toda la habitación parecía diseñada para torturarla, el calor era abrasador y el vaho de los cristales dificultaba la respiración que se hacía pesada y farragosa. A pesar de todo, la leve voz de Peter Murphy parecía inducir, sin falta de nada más, movimiento a sus dedos.

Dejó que sus manos se deslizaran por sus tejanos, acariciando su sexo firme por encima de la tela.

Él estaba tumbado, casi parecía expectante, entregado a sus designios más oscuros, esos que laten detrás de toda naturaleza humana descontrolada. Quería que ella hiciera lo que tuviera que hacer, sin decir nada, porque hacía tiempo que habían dejado de ser útiles las palabras. Las muñecas le latían con fuerza, las sienes le abrasaban y el suave sabor a absenta aún le acariciaba la lengua, como una promesa jamás pronunciada en un callejón poco transitado. La conciencia se había vuelto vaporosa y casi imperceptible, y era incluso agradable poder librarse de ella.

Le tiró del pelo con una sutil mezcla de fuerza sobrehumana y ternura para acercar sus labios a los suyos.

Ella le ató las manos a la cama... le gustaba tanto jugar con ellos...
Él sonreía cándidamente... le gustaba tanto que jugaran con él...
Ella acercó despacio la lengua cálida y húmeda... sabía tan bien lo que tenía que hacer...
Él se sorprendió por el contacto cálido de su lengua, que se agitaba en un débil estertor.
Ella perdió el control... como lo perdía siempre y todo dejó de importar otra vez.
Él se excitó aún más al verla intentar controlar sus impulsos sin conseguirlo...
Ella empezó a asustarse de su propia naturaleza, e intentó, en vano como siempre, huir de ella.
Él se reía creyendo comprender esa lucha interna, y le gritó que se dejara llevar, que era suyo.
Ella obedeció y utilizó uno de sus usuales juguetes, uno de esos que asustaban a todo el mundo y le acarició la piel con él suavemente, dejándolo resbalar en una suerte de extraños y sórdidos preliminares.
Él no fue menos que todos los demás, sus ojos desorbitados deseaban huir, pero la boca abierta no emitió sonido alguno, lo que en realidad en absoluto era una afirmación silenciosa para que continuase.

Y su sangre empezó a cubrirle los muslos... primero manaba despacio, y parecían casi pétalos de rosa, y hacía dibujos sobre su piel tersa y suave, mezclándose con su sudor. Luego, a medida que el arma le acariciaba la piel empezó a parecer una lluvia cálida y purificadora de primavera, y ella se sintió como esos campos que llevaban meses sin probar el agua y la recibían tras una larga espera como un regalo reconfortante, un consuelo largamente esperado, un premio increíblemente merecido. El sexo siempre acababa pareciendo algo monótono y superficial, deprimentemente rutinario, pero esta ceremonia era siempre nueva, siempre increíble e inolvidable. Lamió la piel herida, se deleitó con cada hendidura y paladeó el arco trémulo del dolor mientras él se deshacía en su boca, sin a pesar de todo perder en ningún momento la erección; los ojos muy abiertos, la mirada perdida, o tal vez clavada en algo que ella no veía. Ahora los dos eran una sola persona, cada pensamiento un pensamiento compartido, cada acto reflexivo, cada caricia asemejaba una masturbación. "Sé mi@ para siempre..." dijeron mientras caía la noche y el vaho desaparecía poco a poco de los cristales. Comenzaba a amanecer... pero no se daban cuenta.

... † NäDä † ... más que oscuridad y cantos lúgubres

martes, 23 de marzo de 2010

... No hace falta ...


No hace falta que me hagas estrellarme contra esta pared de hielo improvisada… morir perforada por oscuros y terribles carámbanos… no hace falta que me hagas lamerle la espalda al dolor… ni que hagas que me duela la tripa por el miedo y la incertidumbre. No hace falta que sigas siendo tú… puedes ser otra persona si quieres… invéntate un rol mejor, un personaje mágico y magnifico, uno que me quiera, que me respete como mujer… que no me cause dolor. Tanto te quiero vacío acabará pasando factura. Quizá despiertes un día con toda esa montaña de te quieros podridos en la puerta, y no puedas volver a salir a la calle. ¿Quieres quedar sepultado en pura mentira, tú que eres pura maldad? Quiero dejar de verme reflejada en el cristal que fue todo esto, ese que ahora está roto… y corta como el filo más afilado del mundo. Mírame los dedos… no paran de sangrar de intentar reconstruirlo. Y tú mientras me miras y te ríes… y mientras mana la sangre susurras, como una madre tras la caída de su pequeño le avisa de que podría caerse: “ten cuidado… vas a cortarte” y también como ella que tras la caída le azota por no haber oído una advertencia que de todos modos había llegado demasiado tarde… me azotas con tus palabras… hirientes y cortantes… Haz que se vaya el hielo porfavor… ya ha llegado la primavera, ¿no te das cuenta? Te está picando a la puerta…