domingo, 6 de junio de 2010

...Pájaros y Peces...

Cuando era una niña en clase les preguntaban qué querían ser de mayores. Algunos fingiendo quizá una falsa madurez optaban por las profesiones que veían en los medios. Todo un desfile de futura gente de provecho -abogados, policías, bomberos, astronautas...- y mujeres florero -cantantes de pop, modelos y bailarinas- se dejaban vislumbrar a través de sus sueños de niños. Ellas querían ser bonitas, brillar, ser el centro de atención; ellos ser fuertes y valientes, falsos superhéroes escudados en el fondo por el miedo y los prejuicios. Ella no, su imaginación no se limitaba a crear un mundo tan simple, a seguir un patrón. Las niñas de su edad eran como los pájaros, reinas de su pequeño universo, intentando dominarlo todo desde arriba, siempre alertas, siempre dispuestas, siempre cálidas y disponibles. Ella era diferente, quizá sutilmente, pero lo suficiente como para que dicha diferencia no pasara en ningún momento y lugar desapercibida: una melena de leona, rubia y bien peinada pese a su volumen, que le gritaba al mundo que conseguiría todo aquello que se propusiera, por difícil que fuera; unos ojos tristes pero serenos, como el mar en calma antes de desatarse la tormenta; los hombros en apariencia frágiles, pero capaces de soportar, como los de Atlas, el peso del mundo. Si era bonita o no, poco importaba, o, al menos, poco le importaba a ella.
Ella no quería ser un pájaro... quería ser un pez. Esa piel brillante capaz de reflejar a la perfección los rayos del sol, la libertad absoluta y desafiante que implicaba el agua, pues, en realidad, lo que le producía el aire era más bien vértigo y sensación de inseguridad. Quería nadar, nadar sin parar, huyendo de todo y buscándolo y hallándolo a la vez con cada coletazo... Pero, por encima de todo, envidiaba olvidar. Olvidar sin necesidad de hipotéticos Leteos. Un olvido por el que cada fluctuación del agua sería cada tres segundos una nueva experiencia maravillosa, extraña y gratificante. Conocer de nuevo cada alga, cada hueco, amarlos y olvidarlos un momento después, para continuar permanentemente mirándolo todo con ojos de niña, estupefacta y maravillada ante un mundo continuamente nuevo, perpétuamente incógnito.
Aunque ahora se daba cuenta de algo de lo que no se daba cuenta de niña... ¿cómo recordaba un pez quiénes eran sus enemigos? Era tan dulce librarse de la culpa, del dolor... pero recordándolo todo desde el presente consideraba peligroso confiar tan ciegamente en el instinto, dejarse llevar de una forma tan absoluta por la corriente. Demasiado se había ya dejado guiar y llevar por ambos.
Irónicamente había recibido una estricta educación católica. Su madre la impelía a portarse bien, comer con corrección y no desnudarse a menos que la situación lo requiriera impersiosamente. Por suerte o por desgracia para ella la situación solía requerirlo con demasiada frecuencia. Estaba bien que su madre no supiera que vivía en un escaparate, que todo era plástico, cristal y metal, que todo a su alrededor finjía intentando venderla... Qué llenas parecían para ella las vacuas vidas de la gente que las miraba desde fuera y qué extraña e inconstante la suya, qué frugal y carente de sentido.
Un escalofrío le recorrió la espalda como un latigazo, incitándola, haciendo que se impacientara aún mas. Sus pasos repiqueteaban inquietos por el frío suelo de mármol, como las gotas de un grifo mal cerrado que impiden dormir en las noches oscuras con su incesante tintineo, abriendo incomprensibles interrogantes la mayoría de los cuales nunca serán resueltos. Y al igual que con estos, era altamente probable que alguien quisiera levantase de la cama y hacer que pararan.
Big llegó al cabo de horas y la encontró en tejanos y sujetador, sentada sobre la encimera de la cocina. Como siempre, destruyó la tranquilidad con sus gritos, injuriándola, zarandeándola, recordándole el color de su vida monocromática: el rojo. Y ella estaba tan acostumbrada que ya nada importaba demasiado. -¿Sabes qué? Eres como el otoño... no por lo melancólico sino por lo carnal y rotundo... -Y tú eres como el agua... pero no por lo pura y valiosa para la vida sino por lo escurridiza, fría y fácil de conseguir. O quizá, simplemente, seas un pez. Y Big, sin saberlo, pronunció las palabras mágicas... y ella, como siempre había querido, se convirtió en un pez, y la cocina en agua, derritiéndose alrededor de ambos, sumiéndolos en lo que para ella siempre había sido un mundo mágico.
Cuando llegó la policía al día siguiente abrieron la puerta violentamente y le encontraron tendido en el suelo de la cocina. La sorpresa fue mayúscula, pero nadie se molestó y nadie hizo preguntas. No todos los días tenían la suerte de encontrar (en semejantes circunstacias o en las que fueran) a uno de los proxenetas más buscados del país. Apartaron con el pie los restos de una batalla de éxtasis y LSD, en la que ambos bandos parecían haberse rendido a la vez por agotamiento, y se llevaron el cadáver en silencio. La causa de su muerte les parecía a ellos tan evidente que no se molestaron en buscar pistas ni en registrar el pequeño piso de soltera. Y aunque lo hubieran hecho, no habrían hallado nada. Pues de ella no quedó ni rastro. Sólo una nota mojada y escrita apresuradamente, como si estuviera tomando notas de sus pensamientos, que casi parecía el principio de una autobiografía: "Cuando era una niña..." Si se hubieran molestado en indagar quizá habrían econtrado el pez que daba vueltas en la bañera, feliz pero inconsciente de la causa de dicha felicidad que a pesar de ser adquirida le parecía innata. Un pez de colores imposibles que instantes después se colaba por el desagüe, guiándose por el instinto, yendo donde siempre quiso haber ido y olvidándose de todo cada tres segundos, purificándose y renaciendo constantemente. Quizá un pez que, simplemente, siempre había querido ser un pez...

Nädä... ndo en recuerdos... (La imagen es: Pecera, de Santorini, 1937) Gracias por pasaros y por comentar...

2 comentarios:

  1. "Por suerte o por desgracia para ella la situación solía requerirlo con demasiada frecuencia. Estaba bien que su madre no supiera que vivía en un escaparate, que todo era plástico, cristal y metal, que todo a su alrededor finjía intentando venderla..."

    "-¿Sabes qué? Eres como el otoño... no por lo melancólico sino por lo carnal y rotundo... -Y tú eres como el agua... pero no por lo pura y valiosa para la vida sino por lo escurridiza, fría y fácil de conseguir."

    Dios... eres mágica.
    No se que parte me gusta más.
    El mundo podremos controlarlo.
    Nosotras tenemos las armas.
    Tú para mi ya eres hermosa, dejaré de hacer el tonto por ti.
    ¿Te sirve que yo te ame? a mi me sirve que tú lo hagas...

    te amo.

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  2. Buah a sido largo de leer pero a merecido mucho la pena me ha encantado sobre todo la parte que a puesto Aida ahí , es genial .. y decir que no "escribes muy allá" ...
    Es genial un día me pondré a leer todos los textos =3

    Te amo neni , a ver cuando nos volvemos a ver (L)

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